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E.P.E. - Encuentro de papás en el Espíritu Santo
Quienes Somos

Una organización no gubernamental sin fines de lucro, cuya misión es contribuir al fortalecimiento espiritual de las personas, como asimismo de la unidad familiar chilena, a la luz de los valores cristianos y basada en las tres necesidades vitales del ser humano: · Amar y ser amado. · Ser y sentirse útil. · Tener un Sentido en la Vida. 

Objetivos
  • Promover el conocimiento personal profundo en cada persona, para que en su ser descubra a Dios , en sus tres Divinas Personas.

  • Cooperar con el apostolado de la Iglesia, mostrando una forma alternativa de ser y hacer Iglesia con el carisma humanizante del lenguaje de los sentimientos.

  • Presentar una experiencia viva de Cristo, mediante el testimonio y compartir profundo.Defender en la sociedad la institución del amor humano.

  • Anunciar y defender a la Familia como un Ministerio de Fe.Dar un impulso vivo y renovado al trabajo pastoral, formando comunidades de vida.Contribuir a la Pastoral de Frontera, a través de una acción misionera.

  • Organizar y difundir distintos encuentros que permitan ejercer una acción evangelizadora efectiva.

Nuestro Carisma

Nuestra espiritualidad se encuentra basada en la psicología de la bondad desarrollada por San Juan Bosco: a partir del establecimiento de una relación de confianza, que se inicia con detalles tan simples como acoger con cariño, demostrar el afecto, es posible llegar al corazón de cualquier persona. El solo hecho de ver en el otro un hermano, a un amigo, a Cristo, se abre la posibilidad de que el otro se sienta amado y solo así él podrá amarte. De esta forma, el “amar y ser amado”, primera de las necesidades psicológicas básicas de la persona y primer paso de la experiencia de EPE.

Don Bosco resguarda las instancias y espacios de gozo y de fiesta, donde poder vivir y sentir “la alegría”, sin duda, esto es uno de los aspectos más trabajados en los encuentros, el sentido profundo de la celebración, donde nos alegramos y compartimos la vida junto a los otros. Celebramos porque nos sentimos amados por los que nos rodean y porque en los encuentros podemos experimentar el más hermoso de los sentimientos, el espíritu de familia, característica de todas las comunidades de Encuentro en el Espíritu. Pero esa alegría y gozo no son sólo para vivirlos personalmente. Nos nace transmitirlos, compartirlos, ponerlos al servicio de los otros, y ahí nuevamente estamos en comunión con lo que Don Bosco nos invita a vivir: “aprender a servir, antes que a ser servido”.

Es aquí donde vivimos plenamente nuestra segunda necesidad psicológica vital y nuestro tercer pilar fundamental de la Familia de Encuentro: “ser y sentirse útil”. Es maravilloso ver cómo niños, jóvenes, papás, mamás, abuelitos, etc., se unen y entregan su amor en cada encuentro o jornada: el esfuerzo con que se preparan durante largo tiempo para entregar a los “invitados” todo aquello que alguna vez ellos mismos recibieron y que les cambió la vida.

En el servicio a los otros se experimenta uno de los actos más grandiosos que puede vivir el ser humano. Esto es, descubrir en el otro la presencia de Cristo. Es esta dimensión trascendente del servicio la que nos lleva a clarificar nuestro proyecto de vida, de cual también nos habla Don Bosco y por el cual le otorgamos un “sentido a nuestra existencia”.

Con gestos y detalles simples, como por ejemplo: escuchar con atención y ternura al otro, servir con humildad, provocan grandes cambios en las personas: otorgar un trato digno, delicado de escucha a la persona, responsable de la humanización del mundo. La llave de este cambio, informada en esencia por la acción del ESPÍRITU SANTO, es el ejercicio constante del lenguaje de los sentimientos profundos.

Acción Pastoral

Nuestro movimiento desarrolla su acción pastoral a través de la formación y seguimiento de comunidades de encuentro en donde la puerta de entrada es la experiencia del “Fin de Semana”. Sólo en sí mismo está la decisión de permanecer o alejarse de la comunidad que lo acoge, en función de la íntima vocación de servicio cristiano y de crecimiento en la Fe. El trabajo comunitario se basa así, en el siguiente itinerario:

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  • En primer lugar, conocer y aprender una formación valórica cristiana para sustentar la base de la familia. Esto significa que los líderes de la comunidad son los llamados a promover y mostrar a los demás cuáles son los valores que Cristo nos enseñó y que nos acompañan en nuestra vocación de padres, esposos, religiosos, etc.

  • Estos valores deben traducirse en actitudes. De nada sirve proclamar valores, si no se traducen en acciones concretas.

  • Estas actitudes se traducirán a su vez en vivencia. Esto significa incorporar y dar testimonio de vida que da espacio a la consecuencia y la autenticidad del ser cristiano.

  • El ejercicio de la vivencia define finalmente un estilo de vida. Y es justamente lo que nuestro movimiento pretende: transformar la evangelización y los valores cristianos en una forma alternativa de vivir la vida, para mejorar así el mundo.                                

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